lunes, 21 de noviembre de 2011

CRIADAS Y SEÑORAS (2011), DE TATE TAYLOR. LEJOS DEL CIELO.


Hay algo que nunca he entendido de los Estados Unidos de América, país por tantas cosas envidiable. Y es que, siendo una de las más antiguas democracias del mundo, también ha sido un país condenadamente racista. Hay que pensar que "Criadas y señoras" transcurre hace sólo cincuenta años, en la misma época en la que los elegantes ejecutivos neoyorkinos de "Mad Men" se movían por Park Avenue y mantenían insustanciales charlas mientras un ascensorista negro les subía a sus lujosos despachos. Mientras, en el estado de Mississippi imperaba un racismo decimonónico, que hacía que los negros fueran los criados de las familias blancas, sin apenas derechos, de generación en generación.

Y esta esclavitud encubierta disimulaba su mala conciencia con grandes dosis de paternalismo y ceguera interesada. Las familias bien necesitan tener un servicio discreto que gane poco, carezca de derechos y carezca de capacidad de protesta. También lo hemos visto en España, en los años del boom inmobiliario. Los españoles, cegados por el maná del río de dinero que parecía no tener fín necesitaban de la inmigración para limpiar la porquería de sus flamantes casas. Pero de qué estoy hablando, España nunca ha sido un país racista.

"Criadas y señoras" tarda en arrancar, pero cuando lo hace toma de la mano al espectador y le hace su cómplice hasta el final. Hay que reconocer que la película ha sabido mezclar sabiamente dosis de comedia y tragedia sin que el conjunto quede descompensado. No sé si me equivocaré, pero este tipo de producciones suelen ser del tipo que le gustan a los que deciden los Oscars.

No he leído la novela de Kathryn Stockett en la que se basa, pero al menos el argumento me parece original, puesto que si de lo que se trata es de ofrecernos los puntos de vista divergentes de una tragedia invisible y cotidiana, lo mejor es hacer hablar a sus protagonistas. Me gusta mucho que la verdad aparezca al final a través de la palabra impresa, ese medio tan poderoso para cambiar la realidad cuando refleja la voz de los oprimidos.

La película, a pesar de ser altamente recomendable, tampoco es redonda. Hay un par de elementos que su director debería haber pulido un poco mejor: el comienzo y el final, muy descompensados respecto al resto de la trama (sobre todo el final, con demasiadas escenas que parecen la conclusión definitiva y no lo son) y los personajes blancos femeninos, a excepción del que compone Emma Stone, demasiado esquemáticos y maniqueos, sobre todo uno que debe probar un alimento digno de película de Pasolini. No digo más.

Como amante del cine me quedo con una escena muy breve y reveladora. Por televisión salen noticias alarmantes de disturbios debido a la muerte de una persona de raza negra. Los criados de una de las señoras miran con atención sin entender muy bien si las imágenes tienen que ver con ellos o no. De pronto aparece la señora y literalmente se esfuman. Estaban abusando de su (inexistente) derecho a la información.


1 comentario:

  1. Yo sólo he visto la película, no leí el libro. Y la película es interesante (por momentos me recordaba a la gran Tomates Verdes Fritos), aunque desde mi punto de vista, demasiado pastelona (en todos los sentidos posibles). La excusa que pone para denunciar el racismo (creo que para eso no hace falta excusa) de que el servicio utilice un cuarto de baño distinto al de los dueño de la casa, flojea un poco. Hay miles de motivos de mayor peso y menos comprensibles. Es cierto que si alguien es bueno para cuidar de tus hijos, también debería serlo para hacer sus necesidades en tu excusado, pero ¡cuanta gente no hay que es incapaz de hacer nada en un baño público o fuera de su propia casa!. Mucho más importante me parece y, apenas se esboza, el hecho de acusar a las criadas negras de robar, por ejemplo.

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