miércoles, 5 de octubre de 2011

UN AMERICANO EN PARÍS (1951), DE VINCENTE MINNELLI. BAILANDO EN LA CIUDAD DE LA LUZ.


Concebida como un homenaje de su director a la ciudad de la Luz, que también es una de las capitales mundiales del arte.

"Tomé la película como la culminación de las influencias con que se había experimentado durante los años cuarenta. Todo lo que sabía o me habían contado sobre París se incorporaría donde encajara", escribió Minnelli en sus memorias.

Comúnmente se compara este película con otra de las joyas del cine musical, que comparte protagonista: "Cantando bajo la lluvia". Desde mi punto de vista la de Stanley Donen es superior, aunque sea porque su argumento es más elaborado y utiliza más sabiamente el sentido del humor. "Un americano en París" depende absolutamente de la música de George Gershwin y se centra en la historia de amor de los dos protagonistas, una excusa para rodar coreografías donde se aprecie la belleza de la ciudad.

No puede concebirse este tipo de películas sin otro protagonista que Gene Kelly. Nadie podría mostrar mejor el optimismo, la alegría de vivir de sus personajes, aún cuando Jerry es un pintor fracasado que malvive en París, el solo hecho de despertar todos los días en esa ciudad ya le da suficiente energía como para afrontar la jornada. Luego el amor será el catalizador de todas sus acciones y el remedio de todos sus males, rechazando las más prometedoras posibilidades que le ofrece una americana rica, él quedará prendado de una joven francesa, aunque sin sospechar que la chica está ya relacionada indirectamente con él...

Recuerdo que cuando la ví hace años, en un pase televisivo, me fascinó. Ahora también me ha gustado, pero he sentido como si hubiera perdido algo de magia, como si hubiera descompensación entre la duración de los números musicales y el desarrollo de la trama. En cualquier caso, un clásico imprescincible.

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