lunes, 10 de octubre de 2011

TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE (1976), DE ALAN J. PAKULA. EL CUARTO PODER.


En España tenemos amplia experiencia de lo difícil que resulta hacer dimitir a un político. Los periodistas pueden publicar extractos de conversaciones de contenido más que sospechoso, los jueces pueden realizar acusaciones bien sostenidas, pero los políticos seguirán proclamando su inocencia, apelarán al veredicto de las urnas y solamente dimitirán cuando les regañe su jefe de filas, aunque, eso sí, lo harán como un sacrificio personal por el bien de su partido.

Quizá la dimisión más famosa de la historia fue la de Richard Nixon, que se pasó meses tratando de ocultar su implicación (que al final fue ampliamente acreditada), en aquella chapuza de espionaje político que se llamó Waterwate. Esta solvente película de Pakula sigue la trayectoria de los primeros meses de investigación, cuando los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward fueron desentrañando el complejo hilo que llevaba hasta el mismísimo despacho oval. El film no toma partido ni realiza consideraciones subjetivas en ningún momento: simplemente muestra el duro trabajo de los investigadores, que se pasan el día colgados del teléfono, realizando preguntas incómodas y buscando desesperadamente a un testigo que confirme sus sospechas. Al final encontrarían al famoso "Garganta Profunda"
como confidente.

Que nadie espere ver acción trepidante en esta cinta. La consigna de Pakula es ofrecer un realismo casi documental que a veces incluso puede llegar a despistar al espectador, dado el volumen de nombres y datos que se ofrecen en sus dos horas de duración. La trama al cien por cien solamente puede ser comprendida por quienes hayan leído algo acerca del Waterwate, un caso que aún estaba fresco en 1976. Es ideal completar el visionado de esta película con "Nixon", de Oliver Stone y la más reciente "El desafío. Frost/Nixon", de Ron Howard .

Nixon fue el único presidente estadounidense que hubo de pasar por la humillación de dimitir. Por mentiroso. ¿Cómo es que no le sucedió lo mismo a George Bush? Sus mentiras fueron mucho más graves, pues sirvieron para justificar una guerra ilegal. Es el signo de los tiempos.

2 comentarios:

  1. Es que las mentiras de Bush fueron, supuestamente, por el bien de la patria (hacer la guerra contra los enemigos de Estados Unidos, aunque fuese con falsos pretextos), y a Nixon no se le perdonó que espiara a sus enemigos políticos con fondos públicos por pura ambición personal. Ya antes había mentido Nixon en muchos temas relacionados con la guerra de Vietnam (por ejemplo, el bombardeo de Camboya) y eso nunca le hubiera costado el puesto.

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  2. Eso es precisamente lo que a mí me escandaliza. Las operaciones militares, que cuestan miles de vidas inocentes, no son investigadas con el mismo fervor que los errores políticos o personales de los dirigentes. Recordemos el esperpéntico episodio de Clinton y la becaria en un país que estaba a punto de sufrir el 11-S.

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