jueves, 27 de octubre de 2011

DERRUMBE (2008), DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN. LA CIUDAD DEL MAL.


Este mes voy a padecer una indigestión por tantos platos de Salmón que estoy tomando y, de propina, una sobredosis de discursos sobre el mal. Porque en "Derrumbe", el autor asturiano sigue hablando de lo mismo, aunque desde una perspectiva más cercana y que atemoriza más al ciudadano de a pie de nuestros tiempos que la mención de los nazis.

Porque el argumento de esta novela es absolutamente tremendo: una ciudad, Promenadia, donde comienza a actuar un asesino en serie que va dejando como recuerdo en sus cadáveres un zapato de su víctima anterior, aunque su actuación no parece seguir ninguna pauta. El policía encargado del caso, Manila, ve como su mundo de falsa seguridad se va desmoronando cuando paralelamente otro grupo de locos nihilistas que se hace llamar Los Arracandores se propone sembrar el miedo en la ciudad de manera indiscriminada y sin ni siquiera reivindicar nada a cambio. Manila descubrirá que sus seres queridos están más relacionados de lo que podría sospechar con ambos asuntos.

Promenadia, una ciudad occidental en la que sus habitantes han gozado hasta el momento de bienestar y seguridad, se transforma de la noche a la mañana en una especie de urbe apocalíptica, desembocando en el estallido del miedo más primario:

"Unos días antes en la cola de un supermercado o en la ventanilla de un banco, se mostraban altivos, cómplices, dueños de su orgullo. Hoy sólo tenían miedo. Pero era difícil saber cuál de ellos era el simulacro y cuál era el real."

Interesante pregunta, saber si el estado del hombre civilizado con sus falsas seguridades es artificial y el auténtico es una existencia basada en el miedo y en el continuo estado de alerta ante peligros desconocidos, terribles y acechantes. Como dice el mensaje de Los Arracandores:

"El mal encuentra justificación en su existencia. El mal no necesita prueba ontológica, ni reducción al absurdo, ni fe o profestas. El mal es su propia expectativa.

Mi vida me ha enseñado que es el bien lo que precisa de justificación. Es el bien lo que necesita un por qué, una causa, un motivo. Es el bien lo que, en realidad, constituye el más profundo de los enigmas."

"Derrumbe" me produce cierta sublevación como lector. Me da la impresión de que no es más que una sucesión de hechos a cual más terrible, que ocurren simplemente porque al mal no hay que justificarlo. Como en esas películas en las que el argumento se basa en dar continuos sustos al espectador y en mostrar imágenes cada vez más truculentas, la narración de Menéndez Salmón es un tour de force que quiere justificarse con las palabras antes reproducidas.

La novela está bien escrita, sí (aunque de los tres que he leído suyos, me sigo decantando por "La luz es más antigua que el amor"), la estructura se hace más compleja respecto a "La ofensa", pero la historia difícilmente se sostiene, si no es basándose en el terror por el terror. Además, al pobre Manila se le acumulan tal cantidad de desgracias que acaban restándole credibilidad como personaje. Tampoco me gustan ciertas expresiones excesivamente rebuscadas que utiliza el novelista, que denotan cierta pedantería, y en esto estaban de acuerdo algunos de los compañeros del club de lectura. A veces es mejor escribir con un lenguaje más diáfano y no tan pretencioso, sin restar méritos en ningún momento a la prosa solvente que siempre muestra Menéndez Salmón. Esperaremos un poco antes de emprender la lectura de la tercera parte de la trilogía del mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario