martes, 6 de septiembre de 2011

EL HOMBRE DEL CARRITO (1958), DE HIROSHI INAGAKI. EL HONOR DEL SALVAJE.


No me fije hasta que ví los títulos de crédito, pero en ese momento me pareció enteramente lógico que Toshiro Mifune, el icono de Akira Kurosawa, fuera el protagonista de esta película. Matsu es llamado cariñosamente por sus vecinos "el salvaje", por su afición a pelear por cualquier nimiedad, pero en el fondo todos saben que es un hombre noble y humilde. Matsu se gana la vida con uno de los oficios más humildes para un japonés de hace un siglo: transportando mercancías y personas en su carrito. Él lleva su oficio con mucha dignidad y parece un hombre enteramente feliz con lo que la vida le ha dado.

Un buen día conoce a un niño que se ha perdido y lo devuelve a su casa. Sus progenitores están agradecidos y entablan amistad con Matsu. Cuando muere el padre, Matsu pasará a ejercer su papel, enseñando al chico sus experiencias de la vida real.

Aparte de la relación que se establece entre dos seres en principio tan antagónicos, como un niño llorón y el pendenciero Matsu, el tema de la película es algo tan japonés como el amor prohibido entre dos personas de clases sociales diferentes. El protagonista se enamora de la viuda, pero ha de sobrellevar su amor en silencio, porque su sentido del honor le impide manifestarlo, aún a costa de sacrificar su vida por mantener su secreto.

A destacar también la sublime elegancia con la que Inagaki filma todos estos sentimientos, como expresa el paso del tiempo a través de las imágenes de las ruedas en movimiento del carrito de Matsu, como sabe contrastar la energía y la amargura del personaje principal (Mifune demostrando que es uno de los grandes actores de la historia) y esa escena impagable, de pura alegría, que define perfectamente a un personaje cuyo sentido de la tradición va quedando atrás en las nuevas generaciones: aquella en la que toca el tambor japonés con una energía y un ritmo endiablados, como debe hacerse.

2 comentarios:

  1. Yo vi esta peli hace mucho tiempo. Y luego leí un comentario acerca de que fue mejor aceptada en Europa que en Japón por aceptarse más a los patrones europeos del melodrama.

    Yo también recuerdo sobre todo la escena del tambor.

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  2. Pues si quieres recordar la película, por aquí la tienes...

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