"Yo diría entonces que mi nacionalidad es cervantina. Si miro hacia atrás en mi vida veo que he pasado la mayor parte de mi tiempo hablando otros idiomas. Así el castellano ha sido el objeto de mi trabajo. Normalmente cuando estoy en Marraquech hablo árabe, cuando estoy en París hablo francés, cuando estaba en los Estados Unidos hablaba inglés. El español no lo practico tanto. Por ejemplo, a veces, cuando estoy en Marraquech paso bastante tiempo sin hablar castellano. Esto lo vio muy bien Vicente Llorens en uno de sus ensayos, cuando dijo que para el exiliado, al perder la tierra y la sociedad en la que vive, la lengua adquiere para él un valor importantísimo. Esto explica que algunos escritores se hayan convertido en grandes escritores en el exilio. Este es el caso claro de Cernuda. Él era un poeta más de su grupo y en el exilio se convirtió en el gran poeta de su generación."

El viajero que llega a Almería en la actualidad va a encontrar una ciudad muy diferente a la que visitó Juan Goytisolo en los años cincuenta, aunque los paisajes que ha tenido que atravesar son muy similares a los que describe el escritor catalán.

Si el viaje se realiza siguiendo la carretera de la costa desde Málaga, se sufrirán muchos tramos de ausencia de autovía y el viajero descenderá a un pasado no tan remoto donde los trayectos duraban muchas más horas y había que atravesar el centro de las poblaciones, que formaban parte de la carretera. El automóvil avanzará cercado por dos mares: el Mediterráneo, siempre presente a su derecha y el mar de plásticos que inunda sus campos, que cubre los cultivos tropicales, una de las riquezas de Almería.

Si el viajero opta por realizar el trayecto desde Granada, por la autovía A-92, encontrará un paisaje lleno de contrastes: comenzará con campos de olivos, antes de llegar a la capital. Una vez sobrepasada esta podrá contemplar una vista magnífica de Sierra Nevada mientras sube por el puerto de la Mora. Después tocará atravesar los sobrecogedores paisajes lunares de Guadix, repletos de cuevas excavadas como viviendas por sus habitantes, para tomar posteriormente dirección al sur en medio de un paisaje serrano, repleto de pinos. Pasados algunos kilómetros de descenso hacia la costa el horizonte va cambiando paulatinamente hasta convertirse en un paraje desértico. Es la zona de Tabernas, con un clima, fauna y flora que lo emparentan con el Norte de África.

La Almería de "Campos de Níjar" es la tierra maltratada por la historia y particularmente por el franquismo. Para sus habitantes, Barcelona es la tierra prometida en la que sueñan instalarse algún día y se sorprenden de que el protagonista, que vive allí, dedique sus vacaciones a recorrer estas tierras resecas y poco agraciadas, cuya principal característica es un calor inmisericorde presente a casi todas horas y un viento que erosiona continuamente el paisaje. Precisamente uno de los problemas descritos por Goytisolo, que azotaba a los almerienses casi como una plaga bíblica, es el tracoma, enfermedad ocular que fue erradicada de la provincia en fechas muy recientes.

La vida de los habitantes de Níjar y sus alrededores hace medio siglo puede ser perfectamente definida como tercermundista. A la pobreza material, debido a sus condiciones geográficas, había que sumar la falta de instrucción y los alarmantemente bajos niveles de escolarización. La falta de control de natalidad era otro de los grandes problemas:

"Los niños se ocultan otra vez bajo sus faldas y ríen excitadamente.
- Son cuatro y otro que viene en camino - aclara José.
- Aquí las mujeres están siempre encintas - dice uno de sus camaradas.
- Toas las familias son de cuatro, cinco, seis chavales.
- Hay una mujé al final de la calle que tuvo hasta trece.
- Cuanto más pobres, más hijos.
- La noche es larga y la gente no tié distracción como en las capitales."

Quizá una de las mejores representaciones de un franquismo presuntamente paternalista y en realidad opresor sea la figura de don Ambrosio, una especie de cacique propietario de gran cantidad de casas en la costa del cabo de Gata, cuyo mayor anhelo es que el turismo comience a llegar a aquel lugar para que cuadrupliquen su valor. Los habitantes de los alrededores se dirigen a él con un inmenso respeto y temor, peticionarios en busca de un favor proveniente de un ser superior. Pero para don Ambrosio, los almerienses son gente despreciable que merece su destino:

"No son como nosotros, creáme. En Valladolid, por lo menos, la gente es de otra manera. Cuando alguno tiene algo contra usted, se lo dice abiertamente, a la cara. En esta tierra, no. Muchas alharacas, sonrisas y cuando uno se va, lo ponen como a un trapo. Son verdaderamente esclavos, se lo aseguro. Ganan cuatro cuartos y ya los tiene usted en la taberna, cantando y batiendo palmas. Se mantienen con una pizca de pimiento y sardinas y, viéndolos usted, creería que han comido pollo. Todo se les va en apariencia y fachada."

Los clásicos agravios a los habitantes de unas tierras castigadas por la historia que afortunadamente comenzó hace años a remontar el vuelo gracias a la agricultura y al turismo. Esto sucedió hasta tal punto que los oprimidos llegaron a convertirse en opresores, explotando a inmigrantes en situación ilegal, situación que estalló con los tristes sucesos de El Ejido sucedidos en el año 2000, asunto al que Goytisiolo ha dedicado muchas páginas, denunciando las condiciones de vida infrahumanas de estos trabajadores y el comportamiento despiadado de muchos nuevos ricos almerienses.

"Campos de Níjar" se erige como una obra fundamental para comprender la vida en los años del franquismo en la Andalucía más profunda. Al valor literario de las descripciones del paisaje desolado se une el valor antropológico y sociológico de la observación directa de las costumbres de sus habitantes, seres desesperanzados atrapados por la pobreza y la ignorancia que parecen haber perdido el gusto por vivir, vigilados por la presencia omnipresente de dos de los pilares del régimen: la iglesia y la guardia civil. El escritor, en una entrevista realizada por Elena Adrián para la página "Pensamiento crítico", define su obra en estos términos:

"La composición de Campos de Níjar cierra un capítulo de mi narrativa en relación a España.Escrito con cuidado extremo, a fin de sortear los escollos de la censura, es un libro cuya técnica, estructura y enfoque se explican ante todo en función de aquélla: empleo de elipsis, asociaciones de ideas, deducciones implícitas que si resultan oscuras a un público habituado a manifestarse libremente no lo son para quienes, sometidos largo tiempo a los grillos de una censura férrea, adquieren, como observara agudamente Blanco White, la viveza de los mudos para entenderse por señas. Alumno aventajado en el arte de dirigirme a los sin voz, conseguí la proeza de redactar una obra llena de guiños y mensajes cifrados a los lectores despiertos sin que los probos funcionarios del Ministerio de Información y Turismo –de la información al servicio de la imagen grata al turismo– pudieran agarrarse a nada concreto ni me quitaran un párrafo del que entonces me sentí orgulloso, una reflexión subsiguiente me convenció de que se trataba de un arma de doble filo, si se quiere, de una victoria pírrica". 

Hoy día ya no podrían suscribirse las palabras de Goytisolo cuando afirma que "si tuviera que caracterizar el Sur en tres palabras citaría seguramente a las barberías, junto a los niños y a las moscas". Andalucía es una región que ha sabido modernizarse y emparentarse en muchos factores con el resto de Europa. Aún así, permanecen problemas estructurales que no han podido ser erradicados como el paro o el escaso nivel cultural de muchos de sus habitantes, sobre todo de las generaciones de mayor edad, que no tuvieron posibilidad de instruirse. En cualquier caso, ahí siguen los estremecedores paisajes de Níjar y sus alrededores, para recordarnos que la tierra a veces puede ser muy ingrata con sus hijos.