Uno de los episodios más controvertidos de nuestra historia es el descubrimiento y colonización de América. La celebración del Quinto Centenario, hace dos décadas, podría haberse aprovechado para reflexionar acerca de los errores del pasado, que aún perviven en los descendientes de los nativos originarios de aquellas tierras. En vez de eso, el discurso oficial tan solo incidió en el presunto encuentro entre dos mundos y en la riqueza cultural que éste produjo.

El planteamiento de Iciar Bollain en esta película es ciertamente original: narra la historia de unos cineastas españoles que viajan a Bolivia con la intención de rodar una película acerca del descubrimiento de América. Los dos protagonistas, aunque gozan de una inquebrantable amistad, tienen planteamientos antagónicos a la hora de abordar la película: el director (Gael García Bernal) quiere ser respetuoso con la historia y presentar a los representantes de la Corona de Castilla como a unos cínicos imperialistas que solo ambicionan tomar el oro de aquellas tierras y reducir a la esclavitud, en nombre de la religión cristiana, a sus habitantes. Por su parte, al productor (Luis Tosar) solo le interesa rentabilizar la película y se muestra encantado ante las posibilidades económicas que le ofrece el rodaje en tierras de lo que él considera el Tercer Mundo.

De hecho, la actitud del productor al principio de la historia ofrece muchos paralelismos a la de los primeros conquistadores: su visión de los bolivianos es la de unos seres pusilánimes a los que se les puede explotar sin decoro como extras de su película. De hecho, se regodea de placer cuando piensa que su trabajo solamente le cuesta dos dólares diarios. Su visión del mundo va a cambiar drásticamente cuando comience a conocer más en profundidad las circunstancias vitales de uno de sus extras, que a la postre va a resultar ser un líder en las justas reivindicaciones que los indígenas reclaman al gobierno boliviano.

Precisamente, el rodaje coincide con la llamada "guerra del agua", un conflicto originado en la ciudad de Cochabamba cuando la gestión del servicio de aguas fue privatizado y pasó a manos de una multinacional. La rebelión de los indígenas contra dicha medida, que los hundía aún más en la pobreza, si cabe, originó verdaderas batallas campales en esta ciudad y en otras de Bolivia. Aunque finalmente la ley fue anulada, el coste humano (seis muertos y ciento setenta heridos) y social de este enfrentamiento resultó brutal y a la postre fue uno de los factores que auparon, pocos años después, al indigenista Evo Morales a la presidencia de Bolivia.

Suite 101 ha tenido la valiosa oportunidad de hablar con el cooperante malagueño Rafael Ramírez, que se encontraba en la ciudad de Santa Cruz cuando estos hechos se produjeron:

"Desde mi punto de vista la película refleja, dentro del contexto en que se desarrolla, los hechos acontecidos en Cochabamba en esa época. Consigue, asi mismo, mostrar las carencias de la población, sobre todo indígena, y nos hace entender la problemática del agua y la trascendencia que tiene como medio de vida para ellos.
Nos ofrece pinceladas de la idiosincrasia del boliviano, de su forma de pensar, de ver la vida y de reaccionar ante las adversidades. Nos acerca también a Bolivia, a la grandeza de su naturaleza salvaje y casi virgen lo que nos hace reflexionar sobre lo pequeños que somos ante la inmensidad de esta.
Por estas cosas, la película me gustó, evocó recuerdos de esa época de mi vida y opino que se ajusta bastante a la realidad del momento. Pienso que el hecho de haberse filmado en escenarios naturales y con población local le confiere una fuerza increíble y consigue trasladar al espectador toda la intensidad del momento haciéndole entrar de lleno y entender todo lo que te he relatado anteriormente sin necesidad de haber tenido un conocimiento previo."

La película de Bollain documenta estos acontecimientos con rigor y sumo respeto a los protagonistas, e incluso permite escuchar la voz de los representantes del gobierno, en la persona del alcalde de Cochabamba que, en una recepción que ofrece a los responsables de la película, justifica los costes sociales de la medida en pos del progreso futuro de Bolivia, haciéndoles ver que ellos están actuando de la misma manera al haber acudido a su país con la intención de reducir costes que rentabilicen el negocio que supone producir un film.

Pero, ante todo, se quiere dar voz a los excluidos, a los maltratados por la historia, como hiciera el homenajeado historiador Howard Zinn, que en "La otra historia de los Estados Unidos", obvia a los dirigentes y políticos de su país para que hablen sus gentes más humildes, cuya existencia suele ser ignorada por la historiografía oficial.

"También la lluvia" constituye también un ejemplo de cine dentro del cine, pues el espectador puede contemplar el rodaje o el ensayo de escenas que le trasladan al siglo XVI, cuando los conquistadores trataban con implacable dureza a los pueblos indígenas. También reivindica la reacción de algunos hombres religiosos, como Fray Bartolomé de las Casas que, como testigo privilegiado de estos abusos, intentó contenerlos en su famosa "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", apelando a la justicia real en estos términos:

"(...)el ansia temeraria e irracional de los que tienen por nada indebidamente derramar tan inmensa copia de humana sangre e despoblar de sus naturales moradores y poseedores, matando mil cuentos de gentes, aquellas tierras grandísimas, e robar incomparables tesoros, crece cada hora importunando por diversas vías e varios fingidos colores, que se les concedan o permitan las dichas conquistas (las cuales no les podrían conceder sin violación de la ley natural e divina, y, por consiguiente, gravísimos pecados mortales, dignos de terribles y eternos suplicios), tuve por conveniente servir a Vuestra Alteza con este sumario brevísimo, de muy difusa historia, que de los estragos e perdiciones acaecidas se podría y debería componer."

Pensamientos coherentes con la ideología cristiana originaria, que postula que todos los hombres son iguales a los ojos de Dios, que siempre ha sido pervertido a lo largo de la historia a través de la idea de pertenencia a un pueblo elegido y superior. Los paralelismos en la actualidad son evidentes, aunque ahora las colonizaciones no se realizan a través de ejércitos, sino a través de las multinacionales. Sería necesario adaptar el pensamiento humanista de Bartolomé de las Casas a las circunstancias actuales, pues la pobreza y la falta de horizontes son también duras formas de esclavitud.