viernes, 17 de septiembre de 2010

LA "GUERRA" CONTRA LAS DROGAS: CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO.


Fíjense bien en esta imagen. Es tan cotidiana en los telediarios que ya nos hemos acostumbrado a ella. De vez en cuando el presentador nos anuncia con voz triunfante que se ha interceptado un gran alijo de drogas, cuyo precio de venta en el mercado hubiera alcanzado muchos millones de euros. La noticia es presentada como un triunfo de la ley y el orden contra el crimen organizado. Cuando el hecho sucede en España, el alijo suele mostrarse junto a un cartelito de la Guardia Civil o de la Policía Nacional. Cuando sucede en Sudamérica, suelen ser militares armados hasta los dientes los que custodian los bultos de droga.

Hace casi cien años se estableció en Estados Unidos la llamada "ley seca". De repente, los legisladores decidieron que el alcohol era un producto pernicioso para los ciudadanos y prohibieron su comercio y consumo. Evidentemente, no tardó en establecerse un tráfico ilegal, de gran éxito desde el primer día, que hizo ganar cantidades inimaginables de dinero a las bandas organizadas, que sembraron de violencia las ciudades estadounidenses. La demanda del producto era alta y la gente bebía cualquier cosa, sin garantía sanitaria alguna. Al final, rendidos ante la evidencia, el Estado volvió a permitir el consumo. La gente siguió emborrachándose, pero lo hacía en uso legítimo de su libertad.

Con las drogas sucede algo parecido desde hace demasiado tiempo. Su prohibición nada ha resuelto, sino que ha encumbrado a violentos grupos criminales que llegan a acumular más poder que el gobierno de muchos estados. Declararles la guerra, tal y como ha hecho México, es seguirles el juego, llevarlos al terreno donde más cómodos se sienten. Su capacidad de corrupción es infinita y sus tentáculos son capaces de llegar a las más altas instancias del Estado. Seguramente, por cada alijo que pomposamente se muestra ante las cámaras de televisión, los narcos han logrado introducir en el mercado diez veces esa cantidad. Y lo peor de todo es que en esta guerra sin cuartel mueren inocentes cada día.

Cualquier persona medianamente inteligente sabe que la guerra contra la droga es una guerra perdida. Tal y como sucedió en su día con el alcohol, los distintos tipos de droga son productos con una alta demanda en el mercado, que produce altos beneficios a quien trafica con ellas, beneficios que les hace cada vez más poderosos. El Estado solo puede vencer a estos grupos organizados dándoles donde más les duele: tomando el monopolio de la distribución de los estupefacientes, legalizándolos, en suma, asumiendo su control sanitario y comercial, velando así, aunque parezca paradójico, de manera efectiva sobre la seguridad y salud de sus ciudadanos.

Nuestro ex presidente del gobierno, Felipe González ha vuelto a abrir recientemente el debate acerca de la legalización. Como sucede siempre, los gobernantes esperan a estar alejados del poder para expresar sus auténticas opiniones acerca de temas particularmente polémicos. Al ciudadano medio se le da una imagen de la droga como el diablo (que lo es) y de la policía como defensora de la ley. Pocas voces disidentes en este tema le llegan, por eso es bueno que alguien tan mediático como González lance la propuesta de una Conferencia Internacional que debata la liberalización de las drogas.

El diario "El País" (al que desde aquí agradezco humildemente que hiciera el jueves un pequeño hueco a "El hogar de las palabras") dedicaba el pasado miércoles un extenso artículo al asunto titulándolo elocuentemente "Legalizar las drogas, feliz idea imposible". Bien es cierto que es una idea impopular y que ningún gobierno se va a arriesgar a llevarla a cabo con facilidad y que su utilidad se vería comprometida si no la adoptan también los gobiernos vecinos. Sería bueno que se convocara esta conferencia, que el debate llegara a los ciudadanos, que se les informara de los pros y contras de esta medida, del inmenso ahorro en represión y cárceles que lograrían los Estados llevándola a cabo. En suma, se trata de que los gobiernos dejen de tratar a sus ciudadanos como niños, que estos sean responsables de sus propios actos y puedan ejercer su derecho a estar informados y conducirse en consecuencia. Seamos valientes y enfrentemos de cara a un problema que engulle cada día vidas y recursos en una guerra estéril. Al menos, hablemos de ello.

9 comentarios:

  1. Encontré la siguiente cita. Procede del libro "Las semillas de la violencia" de Luis Rojas Marcos, premio Espasa de ensayo de 1995. El texto, es como sigue:

    Ante la fuerte correlación entre la droga y el crimen, está creciendo el número de personas partidarias de la legalización o despenalización de estas sustancias prohibidas. Argumentan que levantar los castigos que pesan sobre las drogas servirá para eliminar, o por lo menos reducir, una infinidad de agresiones y delitos relacionados con ellas.
    Yo pienso que la despenalización de las drogas comunicaría un mensaje erróneo a los jóvenes. Les sugeriría, directa o indirectamente, que pueden usarlas, que no hay nada malo en ausentarse mentalmente, en escaparse, "colocarse", o alterar el estado de conciencia mediante el uso de sustancias. Por otra parte, la legalización de las drogas desataría enormes problemas sanitarios y de seguridad pública. Es evidente que la liberalización de la oferta y el consumo facilitaría el acceso a más drogas, más puras y más baratas. Como resultado, se dispararía el uso y el abuso hasta llegar posiblemente a niveles paralelos a los del actual consumo de bebidas alcohólicas.
    La asociación entre drogas o alcohol y agresión, no sólo se refleja en los autores de crímenes violentos sino también en las víctimas. Por ejemplo, en Nueva York, en 1994, cerca del 35 % de las víctimas de homicidio habían ingerido cocaína unas horas antes de su muerte, mientras que casi el 60% había consumido alcohol.
    La mera existencia de leyes contra la droga, unida a un código mínimo de disposiciones penales, es suficiente barrera para disuadir a muchos consumidores en potencia y reducir la disponibilidad de estas sustancias, aparte de aumentar su precio. Existe un precedente histórico: en 1919, la Constitución de Estados Unidos prohibió la producción y venta de bebidas alcohólicas en el país. Según datos oficiales, en los catorce años que duró la ley seca, el consumo de alcohol se redujo sustancialmente y las muertes por cirroris de hígado disminuyeron de forma significativa. Encuanto al crimen, no sólo las detenciones por intoxicación pública descendieron sino que, en contra de lo que ha "vendido" Hollywood en sus películas sobre la mafia y otros gángsters de la época, el número de homicidios durante este período se mantuvo constante.
    La única forma segura de eliminar la delincuencia asociada con la comercialización de la droga -no el consumo- sería su total despenalización. Pero este escenario inimaginable permitiría la venta en tiendas y comercios de cocaína, heroína, estimulantes y otros narcóticos a todos aquellos que lo solicitasen. Está claro que cualquier pequeño límite a la libertad de acceso a este libre mercado fomentaría inmediatamente la aparición del tráfico ilegítimo de estas sustancias, con su consiguiente criminalidad

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  2. Esta cita viene del libro "Las semillas de la violencia" de Luis Rojas Marcos, premio Espasa de ensayo de 1995. El texto, es como sigue:

    "Ante la fuerte correlación entre la droga y el crimen, está creciendo el número de personas partidarias de la legalización o despenalización de estas sustancias prohibidas. Argumentan que levantar los castigos que pesan sobre las drogas servirá para eliminar, o por lo menos reducir, una infinidad de agresiones y delitos relacionados con ellas.
    Yo pienso que la despenalización de las drogas comunicaría un mensaje erróneo a los jóvenes. Les sugeriría, directa o indirectamente, que pueden usarlas, que no hay nada malo en ausentarse mentalmente, en escaparse, "colocarse", o alterar el estado de conciencia mediante el uso de sustancias. Por otra parte, la legalización de las drogas desataría enormes problemas sanitarios y de seguridad pública. Es evidente que la liberalización de la oferta y el consumo facilitaría el acceso a más drogas, más puras y más baratas. Como resultado, se dispararía el uso y el abuso hasta llegar posiblemente a niveles paralelos a los del actual consumo de bebidas alcohólicas.
    La asociación entre drogas o alcohol y agresión, no sólo se refleja en los autores de crímenes violentos sino también en las víctimas. Por ejemplo, en Nueva York, en 1994, cerca del 35 % de las víctimas de homicidio habían ingerido cocaína unas horas antes de su muerte, mientras que casi el 60% había consumido alcohol.
    La mera existencia de leyes contra la droga, unida a un código mínimo de disposiciones penales, es suficiente barrera para disuadir a muchos consumidores en potencia y reducir la disponibilidad de estas sustancias, aparte de aumentar su precio. Existe un precedente histórico: en 1919, la Constitución de Estados Unidos prohibió la producción y venta de bebidas alcohólicas en el país. Según datos oficiales, en los catorce años que duró la ley seca, el consumo de alcohol se redujo sustancialmente y las muertes por cirroris de hígado disminuyeron de forma significativa. Encuanto al crimen, no sólo las detenciones por intoxicación pública descendieron sino que, en contra de lo que ha "vendido" Hollywood en sus películas sobre la mafia y otros gángsters de la época, el número de homicidios durante este período se mantuvo constante.
    La única forma segura de eliminar la delincuencia asociada con la comercialización de la droga -no el consumo- sería su total despenalización. Pero este escenario inimaginable permitiría la venta en tiendas y comercios de cocaína, heroína, estimulantes y otros narcóticos a todos aquellos que lo solicitasen. Está claro que cualquier pequeño límite a la libertad de acceso a este libre mercado fomentaría inmediatamente la aparición del tráfico ilegítimo de estas sustancias, con su consiguiente criminalidad"

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  3. Esta cita es del libro “Las semillas de la violencia”, de Luis Rojas Marcos premio Espasa de ensayo de 1995. El texto, es como sigue:

    "Ante la fuerte correlación entre la droga y el crimen, está creciendo el número de personas partidarias de la legalización o despenalización de estas sustancias prohibidas. Argumentan que levantar los castigos que pesan sobre las drogas servirá para eliminar, o por lo menos reducir, una infinidad de agresiones y delitos relacionados con ellas.
    Yo pienso que la despenalización de las drogas comunicaría un mensaje erróneo a los jóvenes. Les sugeriría, directa o indirectamente, que pueden usarlas, que no hay nada malo en ausentarse mentalmente, en escaparse, "colocarse", o alterar el estado de conciencia mediante el uso de sustancias. Por otra parte, la legalización de las drogas desataría enormes problemas sanitarios y de seguridad pública. Es evidente que la liberalización de la oferta y el consumo facilitaría el acceso a más drogas, más puras y más baratas. Como resultado, se dispararía el uso y el abuso hasta llegar posiblemente a niveles paralelos a los del actual consumo de bebidas alcohólicas.
    La asociación entre drogas o alcohol y agresión, no sólo se refleja en los autores de crímenes violentos sino también en las víctimas. Por ejemplo, en Nueva York, en 1994, cerca del 35 % de las víctimas de homicidio habían ingerido cocaína unas horas antes de su muerte, mientras que casi el 60% había consumido alcohol.
    La mera existencia de leyes contra la droga, unida a un código mínimo de disposiciones penales, es suficiente barrera para disuadir a muchos consumidores en potencia y reducir la disponibilidad de estas sustancias, aparte de aumentar su precio. Existe un precedente histórico: en 1919, la Constitución de Estados Unidos prohibió la producción y venta de bebidas alcohólicas en el país. Según datos oficiales, en los catorce años que duró la ley seca, el consumo de alcohol se redujo sustancialmente y las muertes por cirroris de hígado disminuyeron de forma significativa. Encuanto al crimen, no sólo las detenciones por intoxicación pública descendieron sino que, en contra de lo que ha "vendido" Hollywood en sus películas sobre la mafia y otros gángsters de la época, el número de homicidios durante este período se mantuvo constante.
    La única forma segura de eliminar la delincuencia asociada con la comercialización de la droga -no el consumo- sería su total despenalización. Pero este escenario inimaginable permitiría la venta en tiendas y comercios de cocaína, heroína, estimulantes y otros narcóticos a todos aquellos que lo solicitasen. Está claro que cualquier pequeño límite a la libertad de acceso a este libre mercado fomentaría inmediatamente la aparición del tráfico ilegítimo de estas sustancias, con su consiguiente criminalidad"

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  4. Perdón por haber repetido el comentario tres veces. Problemas informáticos...

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  5. Es un tema complejo como para tener una opinión radical pero creo que la prohibición pocas veces da resultado sea lo que sea lo que se prohiba. Hay mucha hipocresía en éste como en tantos otros temas en los que "Papá Estado" nos cuida y nos protege. Siempre se han consumido drogas. Haría falta más dinero invertido en educación, no sólo dirigida hacia los chavales, sino a la población en general y no sólo en cuanto al tema de las drogas sino al despiste generalizado que tenemos sobre lo que es realmente vivir ¡total nada! A ver quién es capaz y quién tiene realmente interés en dar la vuelta a la tortilla que hemos hecho durante tantos años de pérdida de valores (no institucionalizados),de hedonismo consumista y de ignorar qué es lo que realmente nos hace sentirnos bien.
    Demasiadas prohibiciones, demasiadas cámaras de vigilancia y demasiadas noticias sensacionalistas dirigidas a utilizar al ciudadano.
    Vivimos en un ambiente de prohibición, miedo e individualismo tal que ya se nos ha olvidado en qué consiste eso de VIVIR. Así que es un problema de fondo, no de parcheado. De todas formas ¿le interesa a alguien siquiera plantear este problema de fondo?

    Besos
    Victoria

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  6. Sinceramente no quisiera ser pájaro de mal agüero, pero tengo la impresión que os hace falta un gran, inmenso espejo,donde toda Europa pudiera contemplarse.
    Millones de personas sin trabajo y sin perspectiva de que esta situación cambie.Entregados a vivir todos los vicios por lo mas alto hace ¿cuántas décadas ? Economías deficitarias por la corrupción instalada en el aparato político de todas las naciones y por ese constante henchir las bolsas de los narcos para adquirir sus mercancías. O pensáis que es una casualidad que esto suceda? Seguid así, declamando que hay "demasiadas prohibiciones, cámaras de vigilancia y demasiadas noticias sensacionalistas. "
    Okinawa .

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  7. Para Fran: Leí en su día el libro de Rojas Marcos. No estuve de acuerdo con la cita que transcribes y sigo sin estar de acuerdo hoy. La droga está en la calle y es accesible para cualquiera. No existe ninguna barrera para adquirirla, solo que la exclusiva de su venta la poseen los grupos criminales. Yo propongo que esa exclusiva pase al Estado y sea éste el que la controle. La referencia a la ley seca de los años treinta ¿quiere decir que sería bueno también volver a prohibir el alcohol?

    Como contraataque, cito, del Babelia de ayer, una entrevista con el escritor Don Winslow, un estudioso de la mafia y de sus métodos.

    Pone el ejemplo de la detención, en México, de algún cabecilla de clanes de la droga:

    "Todo lo que consiguen es liberar un puesto de trabajo que rápidamente será ocupado. Está bien, pero creo que todo lo que el Gobierno mexicano puede hacer es escoger a un ganador en la guerra entre los cárteles y tratar de negociar con él, porque hay demasiado dinero. La única solución es legalizar las drogas, aunque puede que ya sea demasiado tarde porque la mafia se ha hecho demasiado rica, al igual que en la década de los treinta, cuando se levantó la prohibición del alcohol y la mafia ya se había enriquecido y penetrado en muchos otros sectores."

    Para Victoria: das en el clavo. Hace falta más educación en la ciudadanía, más conocimiento y más capacidad de decisión, menos manipulación en suma. Para tí esta cita de Fernando Savater:

    "Nuestra cultura, como todas las demás, conoce, utiliza y busca drogas. Es la educación, la inquietud y el proyecto vital de cada individuo el que puede decidir qué droga puede usar y cómo hacerlo. El papel del Estado no puede ser sino informar lo más completa y razonablemente posible sobre cada uno de los productos, controlar su elaboración y su calidad y ayudar a quienes lo deseen o se vean damnificados por esta libertad social."

    Para Okinawa: Cierto es que hay una vinculación entre crisis económica y dejadez de sus deberes por los Estados en beneficio de individuos e instituciones privadas de naturaleza egoista y corrupta. Precisamente por eso el tema de la droga nos estrangula, por hallarse sin control alguno, en manos de criminales. El control del comercio y consumo de drogas liberaría muchos recursos que el Estado utiliza estérilmente en una represión imposible. En mi caso, estoy en contra de las drogas y personalmente nunca he probado ni probaré ninguna, pero defiendo el derecho de que cada cual haga lo que le plazca, siempre que a su vez los demás respeten mi libertad de no verme inmiscuido en ese mundo. En la actualidad es inevitable verse afectado, pues la mayoría de los delitos están relacionados con ese mundo y los grandes narcotraficantes rivalizan con los Estados en medios económicos. Para tí una cita de Carlos Fuentes:

    "La única forma de frenar la violencia de los cárteles en México es con la legalización de la droga. Con la legalización del alcohol en Estados Unidos no dejó de haber ebrios, pero se acabaron los Al Capone y de la misma forma con la legalización de las drogas no se resolverá el problema de los adictos, pero al menos se terminarían los narcotraficantes."

    Un fuerte abrazo a los tres y muchas gracias por vuestras valiosas aportaciones.

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  8. Como estoy leyendo a Marcel Proust, y para demostrar que no todo en este larguísimo texto es insoportable o aburrido, incluyo este párrafo acerca de un hombre enfermo hace cien años, a quien los médicos le ofrecen las drogas disponibles por entonces:

    "El producto nuevo, de una comosición completamente distinta, se toma siempre con la deliciosa expectación de lo desconocido. Nos palpita el corazón como cuando acudimos a una primera cita. ¿Hacía que ignorados géneros de sueño, de sueños, nos llevará el recién llegado? Ya está en nosotros, asume la dirección de nuestro pensamiento. ¿De qué manera nos dormiremos? Y una vez dormidos, ¿por qué caminos extraños, a qué cimas, a que abismos inexplorados nos conducirá el dueño omnipotente? ¿Qué nueva agrupación de sensaciones vamos a conocer en este viaje? ¿Nos llevará al malestar? ¿A la beatitud? ¿A la muerte?"

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  9. Muy interesante la aportación, Francisco. Al contrario que ahora, en aquellos tiempos las drogas eran un privilegio de las clases altas, si obviamos los fumaderos de opio que llevaban a la perdición a tantos hijos de la clase trabajadora. Recuerdo a otro ilustre consumidor de cocaína: Sherlock Holmes.

    Saludos.

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