martes, 6 de julio de 2010

UN CONDENADO A MUERTE SE HA ESCAPADO (1956), DE ROBERT BRESSON. PRISON BREAK EN LA FRANCIA OCUPADA.


Los personajes literarios o cinematográficos que logran fugarse de prisiones me parecen de lo más admirable. Soy por naturaleza poco habilidoso con las manos, carezco de imaginación para fabricar herramientas inverosímiles, de paciencia para estudiar los movimientos de los guardias y la estructura de la prisión y nunca he tenido que probar, por suerte, mi valentía en circunstancias extremas, aunque sí que he de confesar que la única vez que he tenido que disparar un arma con fuego real un sudor frío me corría por la espalda. Me identifico más con el sacerdote, también preso, de esta película. Él es feliz cuando consigue un libro como compañía para pasar las largas jornadas en su solitaria celda, aunque ese libro sea la Biblia.

Refiriéndome, como he hecho en otras ocasiones, a mi escasa cultura en cine europeo, he de decir que esta es la primera película de Robert Bresson que veo y me ha parecido un cineasta deslumbrante y muy muy personal. El arte cinematográfico es tan grandioso que puede contar las historias más profundas sirviéndose de los elementos más livianos. Bresson compone su película sirviéndose durante la mayor parte del metraje del pequeño escenario de la celda de Fontaine, el protagonista, durante la interminable espera que precede a su ejecución por el ejército alemán. Las relaciones con el resto de presos tienen lugar durante su aseo en común en el patio, pero sus conversaciones han de ser breves y prudentes.

Estamos en 1943 y la liberación de Francia todavía no puede atisbarse en el horizonte, por lo que Fontaine es un personaje sin esperanzas. El espectador sufre su tedio, su miedo y la angustia de un encierro en un espacio tan pequeño. Bresson hace hincapié ante todo en que su personaje es un ser humano. La desesperación agudiza el ingenio y Fontaine va preparándose poco a poco para su fuga. La duda le carcome y la decisión de llevara cabo su acción va a ser fruto de un proceso muy penoso. Mientras tanto Fontaine escucha los sonidos de la prisión, los lamentos, los fusilamientos... El uso del sonido es uno de los puntos fuertes del cine de Bresson. A veces logra que el espectador vea con sus oídos lo que no puede observar con sus ojos.

Aunque el título desvele el desenlace de la trama (lo cual no es importante, porque aquí cuentan las acciones y los sentimientos del protagonista durante su encierro y no tanto el resultado de sus acciones), la visión final de Fontaine y su joven compañero corriendo hacia la niebla resulta tan turbadora como ilusionante.

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