jueves, 29 de julio de 2010

STAR WARS III: LA VENGANZA DE LOS SITH. (2005), DE GEORGE LUCAS. LA CAÍDA DE ANAKIN.


A la hora de establecer una comparación, recién vistas las tres más modernas, sigo estimando que la primera trilogía es superior a ésta, pero la comparación no es tan abismal como algunos sugieren. Estos tres episodios anteceden perfectamente a los tres siguientes y nos proporcionan una información fundamental para visionar con otros ojos los episodios cuatro, cinco y seis. Cada una de las trilogías contiene una oveja negra: "La amenaza fantasma" en ésta y "El retorno del Jedi" en la siguiente. Y una joya. Aunque esta "Venganza de los Sith" no llegue a la altura de la perfecta "El imperio contraataca", constituye un espectáculo muy estimulante sobre las circunstancias que hacen caer a un alma cándida en el lado oscuro.

Cierto es que contiene errores, algunos de ensamblaje con el episodio siguiente, pero tantas son sus virtudes y tanto el entretenimiento que proporciona al espectador, que todo puede perdonársele. No en vano, Lucas puso toda la carne en el asador a la hora de culminar su saga.

Aquí asistimos al triunfo de las intrigas del senador Palpatine. Es él el señor oscuro que va a llevar a la perdición de Anakin y los jedis han estado ciegos durante todo este tiempo. Lo que más me gusta de esta película es contemplar como las circunstancias van golpeando a Anakin una tras otra, como los acontecimientos inevitables de una vida que quiere ser ejemplar pueden derivar en el mal absoluto.

El comienzo del film es memorable, con el rescate del senador Palpatine dentro de una nave en plenas Guerras Clon: un derroche de imaginación y ritmo, donde por fín podemos ver un poco de química entre Obi Wan y Anakin. Hasta Hayden Christensen mejora como actor desde el episodio anterior y es capaz de emplear una violencia salvaje impensable en la otra trilogía.

Hay un tono nostálgico en toda la cinta respecto al necesario ensamblaje con el episodio cuatro. Muchas escenas de homenaje y un estremecedor final que parece homenajear a su vez a "Frankenstein" (James Whale, 1931), con la transformación de Anakin en un ser mutilado y prácticamente sin alma, pero al que intuimos un intolerable sufrimiento dentro de su nueva máscara.

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