viernes, 22 de enero de 2010

OBAMA: DE LA ILUSIÓN A LA DURA REALIDAD.


Vivimos tiempos interesantes. Esta afirmación no quiere decir que sea bueno vivirlos, sino que nos encontramos en continua zozobra, sin apenas asideros donde descansar los brazos agotados de nadar en un mar tormentoso. Si el año anterior fue desastroso, éste no ha comenzado mucho mejor: terremoto en Haití, desacuerdo en la cumbre del cambio climático, subida del paro y conatos de fascismo en nuestro país...

El Barack Obama de hace un año transmitía esperanza a mucha gente. Parecía que con solo la fluidez de su verbo los problemas se iban a ir disolviendo uno tras otro. Pero sucede que ha tomado sobre sus hombros una herencia demasiado pesada: una crisis económica brutal en combinación con dos guerras de desgaste cada vez más impopulares. En la llamada guerra contra el terrorismo Obama no ha tenido más remedio que, por inercia, seguir la estela de su predecesor, sazonada con buenas palabras de respeto a los derechos humanos del enemigo. Pero dicho enemigo no descansa y a punto estuvo de provocar una nueva masacre aérea en Detroit. Esto ha sido hábilmente aprovechado por los estrategas americanos para abrir un nuevo frente en Yemen (parece que a la hora de abrir frentes bélicos, el dinero no es problema). No vamos a hablar de la ocupación de Haití, pues debemos dar al ejército americano el beneficio de la duda y en principio debemos observarlo meramente como una acción humanitaria.

Respecto a la situación económica, el gigante americano parece despertar poco a poco, aunque los periódicos dan una de cal y otra de arena en este aspecto. Lo cierto es que los bancos que hace un año se encontraban moribundos, ahora pueden repartir primas millonarias a diestro y siniestro. El presidente, quizá motivado por la enorme frustración que le ha supuesto la puesta en peligro de su proyecto sanitario por la victoria republicana en Massachussetts, ha cargado contra los bancos, con lenguaje bélico incluido. Parece que quiere regular sus prácticas de riesgo, que provocaron la crisis actual y establecer un control sobre las mismas. Personalmente creo que esta es una guerra más difícil que la emprendida contra el terrorismo internacional, pero ya veremos si queda en algo.

Lo tristemente cierto es que el primer año de presidencia de Barack Obama arroja más sombras que luces. Y no es que sea culpa suya. El obstruccionismo a sus planes más sociales ha sido una constante desde su llegada a la presidencia. El americano de a pie tiene unas ideas muy distintas a los europeos en cuanto a las ayudas que debe ofrecer el gobierno a los más desfavorecidos. Y su plan sanitario, el objetivo más ambicioso de su presidencia, está a punto de naufragar, ya que los propios senadores de su partido ven peligrar su escaño si lo apoyan. Realmente, algo impensable en España. Representantes de un partido político con opiniones distintas a las de su presidente. Y no pasa nada.

Realmente, el presidente se encuentra en una encrucijada. Puede renunciar a sus grandiosos planes y dedicarse a recomponer el maltrecho país que ha heredado o intentar reeditar la ilusión de hace un año, cuando su programa político se basaba en cambiar las cosas. Quién por donde soplará el viento. Vivimos tiempos interesantes...

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