viernes, 2 de octubre de 2009

LA IGLESIA DE LA VERA CRUZ.


Somos lo que recordamos y a veces dudamos de nuestros propios recuerdos. El caso es que si invoco mi primer viaje a Segovia, de niño, me veo a mí mismo observando la impresionante panorámica desde el Alcázar. A lo lejos, se atisba una iglesia con aspecto de ser muy antigua, un templo con una arquitectura muy singular. Alguien, a mi lado, comenta: "Es una iglesia templaria". La palabra se me quedó grabada. Más tarde supe que los templarios eran una orden militar muy evocadora, de triste final. Cada vez que recordaba este remoto episodio de mi vida se me aparecía como algo muy confuso ¿lo había vivido o lo había soñado? Nada más fácil que salir de dudas investigando acerca de alguna iglesia del Temple a las afueras de Segovia, pero nunca quise hacerlo. Preferí esperar a volver algún día a la ciudad a resolver el "misterio".

Efectivamente, mis recuerdos eran ciertos. El templo existía y, por supuesto, una de las primeras cosas que hicimos al llegar a la ciudad fue visitarlo, no sin cierta emoción oculta por mi parte. Se halla en una zona muy interesante, muy cerca de la iglesia donde está enterrado San Juan de la Cruz, un lugar bastante menos frecuentado por los turistas que el centro. La iglesia pertenece a la Orden de Malta. En clase de derecho internacional estudiamos que se trata de un curioso ente soberano sin territorio físico, gobernado por el llamado "Gran Maestre". Tiene unos doce mil súbditos en todo el mundo. Parece ser que el templo en realidad no tiene un origen templario, sino que fue edificado por la Orden del Santo Sepulcro, otra orden militar que participó en las Cruzadas. De hecho, la singular disposición circular de la nave coincide con los templos que los cruzados edificaron en Palestina. Lo cierto es que el interior rezuma cierto misterio. Las paredes de piedra se encuentran prácticamente desnudas, aunque existen restos de policromía, por lo que hace siglos debían encontrarse decoradas con frescos. En el centro de la nave existe una escalera que lleva a una sala con un altar de estilo mudéjar, donde parece ser que los caballeros velaban sus armas antes de su ingreso en la orden. Ahí aparezco yo, emulando a tales caballeros, en una foto clandestina, pues está prohibido fotografiar el interior del templo.

Una iglesia singular, repleta de historia, que se ha cruzado de manera hermosa en mi pequeña historia personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario