martes, 18 de agosto de 2009

¡OLVÍDATE DE MÍ! (2004), DE MICHEL GONDRY. SOMOS LO QUE RECORDAMOS.


Siguiendo en la estela de comentarios de películas originales, nos encontramos con esta, de espantoso título en España, (el auténtico lo tienen en el cartel) y sostenida por un maravilloso guión de Charlie Kaufman que consigue sacar lo mejor de Jim Carrey y protagonizar una de las pocas películas buenas que tiene en su haber.

Se cuenta aquí la historia de una pareja que sostiene una relación de amor-odio. Se trata de dos personas inestables, de caracteres contrapuestos. Como ella es una impulsiva, encuentra una solución radical: borrarse todos los recuerdos de esta relación y ser capaz de volver a empezar. Al enterarse, él decide someterse al mismo procedimiento. A partir de aquí iniciamos un extraño viaje por la mente de Joel, por los recuerdos de su relación y su interpretación de los mismos. Presente y pasado se entrecruzan en la película, sutilmente diferenciados por detalles como el cambio de color de pelo de Clementine, con lo cual no se despista en ningún momento al espectador. Como era de esperar, Joel se arrepiente a mitad del experimento y debe luchar en el interior de su propia mente por retener algo que forma parte de su propia vida y que considera digno de ser rememorado.

Todos sabemos que nuestros recuerdos y experiencias son lo que nos define como personas. Perderlos sería como mutilarnos en cierto modo. Pero no es este el único dilema ético que se nos plantea. Los encargados de llevar a cabo estos procedimientos son unos auténticos chapuceros, que acaban aprovechando los recuerdos de sus "pacientes" para su propio deleite personal.

En cualquier caso ya nos advirtió Borges, entre otros, que la historia es circular. Aún amnésicos, los amantes se buscan inconscientemente y se encuentran. La vida es siempre volver a empezar.

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