martes, 5 de mayo de 2009

LOS SANTOS INOCENTES (1984) DE MARIO CAMUS. EL FRANQUISMO PROFUNDO.


Si me preguntan cuantas veces he visto esta película no sabría qué responder. Muchas. Pocas veces una adaptación cinematográfica acaba fundiéndose con la narración original de esta manera, a la vez que los actores no representan, sino que son los personajes de Miguel Delibes. ¿Alguien puede imaginarse a otro Azarías que al prodigioso Paco Rabal? ¿U otro Paco el Bajo, olisqueando como un perro ante la atenta mirada del señorito Iván-Juan Diego?

Con una sencillez apabullante Mario Camus consigue trasladar todos los sentimientos que produce la novela: interés lector ante una sociedad rural prácticamente de señores feudales, fascinación ante unos personajes casi animales, unos por sumisión al amo, otros por salvajismo (las escenas de las cacerías son representaciones de auténtico exterminio).

Si bién es cierto que el film reproduce fielmente la novela, es un acierto haber introducido una estructura de flash-backs (de los hijos de Paco el Bajo, del mismo Paco y de Azarías) para trasladar a imágenes lo que cuenta Delibes. Resulta más terrible, si cabe, ver a los personajes aún traumatizados y asumiendo las consecuencias de la vida que llevaron años atrás.

Yo particularmente me quedo con la mirada de Alfredo Landa disculpándose ante su amo por no poder salir de cacería con él a consecuencia de su pierna rota. Y, por supuesto, con Azarías llamando a la Milana.

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