jueves, 14 de mayo de 2009

EL CASTILLO DE CRISTAL (2005), DE JEANNETTE WALLS. CASTILLOS EN EL AIRE.


(Libro comentado hoy en el club de lectura de la Sociedad de Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga).

No es esta una narración corriente. En primer lugar hay que decir que es un libro muy valiente. La periodista Jeannette Walls narra su infancia y adolescencia en toda su crudeza, sin ahorrar detalles escabrosos y patéticos. Desde el principio hay que dejarlo claro: los padres de Jeannette eran unos irresponsables y dejaron que sus hijos vivieran en la miseria, pasaran hambre y privaciones, teniendo los medios a su alcance para que esto no fuera así. Solo el egoismo combinado de los dos, el padre con su alcoholismo y la madre con sus delirios de grandeza artística, hacen posible esta tragedia, que provoca que los cuatro hermanos Walls tengan que arreglárselas prácticamente solos desde niños, apoyándose unos a otros para lograr el sueño de salir del círculo vicioso que es su vida.

La paradoja de esta triste historia es que los padres manifiestan amor hacia sus hijos, les transmiten cultura y conocimientos, pero... les hacen que se las arreglen solos desde que tienen uso de razón. Lo que en principio es narrado desde los ojos de una niña ingenua como una emocionante aventura de nomadismo familiar, pronto se va a convertir en una pesadilla, con una familia errante sin lograr su lugar en el mundo en los Estados Unidos de los 70. Los irresponsables padres tratan de ilusionar a sus hijos con unas expectativas que jamás llegan a cumplirse, más bien al contrario. La situación de esta familia cada vez va más cuesta abajo. Los niños llegan a tener que rebuscar entre la basura para alimentarse y a ser tratados como apestados por los demás. Pero ellos no se rinden, se conjuran para lograr un sueño, mucho más realista que el castillo de cristal que pretende construir el padre: reunir dinero para viajar a Nueva York e iniciar una nueva vida. El sueño americano también existe para ellos, a pesar de todo.

Los debates del club han sido particularmente interesantes esta tarde. Aparte del afán de superación de la autora y de su valentía a la hora de plasmar para el gran público unos recuerdos tan desagradables y a veces verdaderamente humillantes, ha habido cierta polémica entre quienes condenaban totalmente a los padres por irresponsables y quienes, al menos, rompían una pequeña lanza a su favor, por el hecho de que existía cierto cariño y que, a fín de cuentas, gracias a ciertos valores que habían sabido transmitir a sus vástagos (aparte de los conocimientos a los que ya he aludido), no habían terminado tan mal (a excepción de la hermana pequeña, que paradójicamente era la que se había criado más alejada de la familia). Yo me encontraba entre los del primer grupo. Es indudable que, aunque al final hayan triunfado en la vida gracias a sus esfuerzos, los hermanos van a sentirse traumatizados toda la vida por haber vivido experiencias tan terribles a edades tan tempranas, que podían perfectamente haberse evitado sin problemas. Quién lea el libro sabrá por qué. Jeannette Walls confiesa que escribir esta autobiografía le sirve como terapia. Se ha llegado a hablar de las dificultades de las actuales generaciones de jóvenes a la hora de abrirse paso por la vida. Eso daría para varios post, y me desviaría de los temas estrictos del libro.

Más allá de los debates sobre sus valores literarios, el libro resulta curioso como análisis de la otra cara de Estados Unidos, la de los desposeidos. Todo esto nos ha llevado (aunque parezca mentira) a analizar diversos sistemas políticos e ideológicos para intentar dilucidar cual es (parafraseando a Churchill), menos malo.

Al final uno se alegra de que la historia de Jeannette Walls haya tenido final feliz. Lo merece, después de tantos sufrimientos. Y lo más admirable es que lo ha superado todo sin rencores. Sus padres siguen por ahí, rebuscando en la basura, pero por propia elección...


3 comentarios:

  1. No he leído el libro de Jeannette Walls. Un debate a partir de su historia puede ser interesante en este momento en que tantos niños y adolescentes están sobreprotegidos ante la vida, ante la experiencia que pueden vivir por sí mismos y a la vez abandonados por la falta de comunicación y cercanía necesarias por parte de los padres para compartir de manera responsable sus preocupaciones y sus vivencias. Suena duro, pero es mi experiencia (y la de muchos compañeros) en el trato con chavales desde hace muchos años.
    Tuve un error al poner mi URL en el anterior comentario, lo subsano en éste.
    Bonita actividad la de compartir lecturas.
    Saludos
    Victoria

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  2. Precisamente la mayoría de los compañeros del club de lectura de Vélez-Málaga son profesores y seguramente de ahí salió el debate de la sobreprotección de los menores. Te recomendaría que te buscaras un club de lectura y probaras. Es una manera de leer totalmente distinta, interactiva, como se dice ahora. Esta noche le echo un vistazo a tu blog.

    Saludos.

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  3. solo puedo decir ke es el mejor libro ke eleido mis respetos a jeannette walls por aguantar esa vida

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