sábado, 14 de marzo de 2009

GRAN TORINO (2008), DE CLINT EASTWOOD. LA JUBILACIÓN DE HARRY EL SUCIO.


Clint Eastwood ha vuelto a acertar. Vuelve a ofrecernos reflexión y entretenimiento a partes iguales en este fascinante drama marcado por su poderosa interpretación de un jubilado con bastante mala leche. Kowalski acaba de perder a su mujer y vive solo. Se lleva mal con su familia y con prácticamente cualquier bicho viviente y es capaz de soltar las frases más cortantes y las miradas más fieras a sus interlocutores. Vive en permanente estado de amargura, recordando continuamente la "decencia" de sus adorados años cincuenta y atormentado por sus recuerdos de la guerra de Corea. Su posesión más preciada es el Ford Gran Torino del título, pero también parece tener una especial relación con su fúsil de los tiempos del ejército. Vive en el típico barrio americano de extrarradio poblado por casitas de jardín, en el que empiezan a instalarse inmigrantes y a proliferar las bandas.

Con todos estos elementos, el cóctel está servido, solo hace falta agitarlo un poco. Kowalski acoge bajo su protección al joven Thao, un joven oriental acosado por la banda de su primo, que le considera poco hombre (y el espectador no puede concebir el concepto de hombría de estas bandas que siempren acosan con una ventaja numérica de cinco a uno). El pobre Thao no va a dar con el amable maestro Pat Morita de "Karate Kid", sino con un Harry el sucio al que la mala sangre le recorre el cuerpo. Kowalski, por supuesto, sí que es un auténtico hombre, que sabe lo que es la verdadera violencia e intimidación, aunque se ablandará un poco y sabrá reconocer en la hospitalidad de la gente de su protegido a una verdadera familia, mucho más acogedora y amable que la propia.

El argumento, que bien podría servir para una de esos clónicos telefilmes de domingo por la tarde en los que un muchacho es acosado por las bandas y alguien carismático le ayuda haciéndole un hombre, resulta ser algo muy distinto, una reflexión sobre el paso del tiempo y las huellas que deja en los hombres, sobre el miedo al diferente y los cambios que trae consigo. La escena final es magistral y una auténtica lección (y elección) por parte de un cineasta que ya nos ha acostumbrado a entregarnos siempre películas de primer nivel. Altamente recomendable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario